Mira, Sofonisba

Mira, Sofonisba 

Especial para Eco Italiano

 Coloridos de alegría o ensombrecidos por el dolor todos los rostros se pasean en procesión por delante de mis ojos en una suerte de comparsa cansina que parece burlarse de la decadencia de mi cuerpo. Mi vida ha ido decayendo con el paso del tiempo hasta transformarme en una anciana que vivo custodiada por parientes y ángeles. Tal vez mi único privilegio de mujer añosa sea el de poder ver eses seres sobrenaturales que mis parientes ni siquiera presienten.

Una plétora de luz baña la habitación buscando anidarse en mi mente para hacer resurgir la vida de las mujeres y los hombres que me han acompañado en el decurso de mi existir. En mis noventa años vividos y pintados he conocido a gente sencilla y principal, sirvientes y reyes. Los rostros de esos personajes permanecen en mi mente tan frescos como la primera vez que los vi. Las criaturas de Dios somos, en definitiva, la reunión de una parte real y de un componente que proviene de la imaginación de una entidad incorpórea, incógnita. La materia desparece; polvo en el polvo, ceniza en la ceniza pero es esa otra parte la que queda viva en nuestra mente. ¿Perduraré en la memoria de alguien cuando me vaya?

 La vida se parece al arte de la pintura. Se va conformado de acuerdo a pinceladas de experiencias en un conjunto de colores y formas que se sostiene en un lienzo gigantesco. Un acontecimiento nos marca una línea, una conjunción de colores nos anticipa un suceso. Pero al cuadro lo vemos al final y a menudo no llegamos a entenderlo. La gran pintura de nuestra vida es un trabajo arduo en el que podemos cambiar la idea original por otra. Borramos un personaje, rehacemos una cara, sacamos un objeto, a veces cambiamos el paisaje. Vivir y pintar son dos manifestaciones de lo mismo.

 Me acuerdo de la tarde en que mi pequeño hermano Asdrubale vio un cangrejo por primera vez. Un caparazón correoso y manchado protegía el cuerpo extraño y achatado; unos ojos que miraban desde ningún lugar hacia la nada y que coronaban una curiosa cabeza. Diez apéndices que surgían del cuerpo en movimiento, dos de ellos terminados en pinzas asimétricas que se abrían y cerraban con la impaciencia de sentirse capturado. Asdrubale se sintió tan atraído por el animal que buscó asir una de las pinzas con sus pequeños dedos en una parsimonia de actor dramático. Luego vino el golpe y la pequeña herida en el dedo. Apenas un rasguño pero el llanto desesperado no se hizo esperar.

 Un tiempo antes el divino Michelangelo Buonarroti había quedado impresionado por uno de mis dibujos y me incentivó a explorar las distintas expresiones del rostro humano sugiriéndome que representara el llanto. Aproveché la anécdota de mi hermanito y le envié uno de mis dibujos, Asdrubale mordido por un cangrejo. Sé que lo atesoró durante muchos años.

 Mi vida ha sido una sucesión de cuadros que la fueron definiendo. En cada uno de ellos me encontré a mí misma y reflejé los sentimientos de mis seres queridos, cualquier oportunidad del día me sirvió de genuina inspiración para recrear las imágenes que surgían ante mis ojos y mi alma. Mis obras son actas en donde dejé asentado que viví.

 Una tarde, cuando tenía veinte años, en el jardín de la casa solariega vi a mis hermanas y nuestra crida Cornelia Appiani reunidas bajo un frondoso roble entre risas y silencios. Estaban jugando una partida de ajedrez. Las piezas se movían en el sol de la tarde y el viento se colaba entre las hojas del árbol. Vi una pintura en un instante y la plasmé en un cuadro, La partida de ajedrez. Surgió un escena bellísima en donde mis hermanas rezuman nobleza y dulzura con sus cuellos pulcramente almidonados, vestidos recamados, sortijas de perlas, peinados trenzados y armados bajo diademas. Cornelia participa de la situación con esa mirada que siempre me cautivó y que volví a poner junto a mí en el autorretrato tocando la espineta. En la gente sencilla hay tesoros que no todos pueden ver.

 Hoy, ya solo una bolsa de piel y huesos, vuelvo al pasado y siento la intensidad de la luz en la cara. Desde niña he mirado el sol, esa estrella tan familiar y me he regodeado con los colores que se forman en los ojos cuando los cerramos luego de soportar un momento su intenso brillo. Viboritas y pequeños insectos que danzan, algunos que parecen no existir en la realidad. Mirar es creer. Mirar el mundo es una forma de orar.

La intransigencia de la parca no se hará esperar y estoy aquí presta a recibirla con alegría, mirando por la ventana de esta casa palermitana. Yo, Sofonisba Anguissola, natural de Cremona hija de Amilcare Anguissola, conocedora de gentes y de artistas, visitada por hombres célebres, profesora de dibujo de la esposa de Su Católica Majestad Don Felipe II de España, he vivido a través de mis ojos y de mis pinceles y sé que en breve terminaré mi propio y verdadero cuadro. Yo Sofonisba, llamada así porque en mi familia a todos nos cristianizaron con nombres cartagineses me ordeno a mí misma:

Mira, Sofonisba.

 Mira la tarde que es la misma tarde en que Asdrubale metió su gentil dedo entre las pinzas de un cangrejo, la tarde en que terminé mi autorretrato tocando la espineta junto a la fiel Cornelia. Mira el sol sobre una calle de Cremona cuando eras una niña y preguntabas por el nombre de las cosas y la razón de la vida, mira la mañana en que el polvillo levantado por una escoba vistió el haz de luz solar que se colaba por la ventana. Mira la primera nieve navideña, la escena lejana de la caída en un patio y tu primera herida, el cambio de los colores en el moretón y el marrón de la costra que se formó sobre la lastimadura. Mira el rostro de los mayores cuando te dirigieron las monsergas diciéndote que no vuelvas a repetirlo.

Mira Sofonisba los rostros que se pasean delante de ti caminando en círculo. De vez en cuando uno sale del grupo y te susurra algo en el rostro cansado. Uno de ellos, un ser asexuado de vestimenta extraña entre española e italiana, te susurra palabras de viento: roble, cangrejo, enroque largo. 

Mira, Sofonisba mira.

Florencio Cruz Nicolau
Paraná, Argentina, 15 de diciembre de 2023

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