Alas de fraile

de Florencio Nicolau

Alas de fraile

Especial para Eco Italiano

 Hay un arcoíris en tus ojos, fraile, que son los mismos que vio Dios —para algunos Uno, para otros trino— el día de la Creación. Y a través de tus ojos, tus manos, los pinceles y tu alma te has convertido en un intérprete del universo. Creador de retablos y de frescos, de témperas y de imaginerías que pocos han superado, te mueves en una conjunción de sensaciones que traduces en estas obras magníficas transitando un camino, porque tú, fraile eres también el camino, la verdad y la vida. 

 Redímeme, fraile, de mi destino de ser imperfecto, de vida limitada a las percepciones de mis sentidos. Muéstrame con tu arte que existe otro mundo más allá de este plano perecedero que podré experimentar de alguna manera cuando llegue la hora señalada. 

Muéstrame el camino, fraile, muéstramelo.

Veo a Cristo en el momento en que sus seguidores proceden a enterrarlo. La tumba es una roca representada como una escenografía y la imagen de Jesús irradia una sensación de paz que envuelve a los resignados deudos y fieles. Un paisaje de árboles y de hierbas silvestres viste al escenario con una naturalidad que prefiguran la idea de un mundo eterno más allá de este, y las aureolas doradas de los representados la fortalecen. La imagen es de vivacidad y no simplemente una estampa para la devoción, es la escena misma sacada de la mente del pintor y que se anida en el alma de todos los que la contemplamos para hacer nuestra y única.

Veo la Virgen María en una de tus Anunciaciones y es un ser etéreo de una materia más cercana a los ángeles que a los humanos. Una mirada humilde se concentra en la aparición de un ángel que trae un mensaje y que te dice en una voz que no sale de boca alguna que el Señor está con ella y que dentro de su vientre se ha anidado la esperanza de toda la humanidad. La escena es irreal pero divina y me lleva a un mundo extraño en donde el ambiente, casi teatral, parecen ser contemporáneo a tu existencia, fraile. Los ropajes son medievales y la Virgen y Gabriel están en un recinto que parece una loggia similar a la que podemos ver en las cercanías de Santa Maria Novella, la Piazza della Signoria o frente al Palazzo Rucellai, en Florencia.

 Las alas del arcángel concentran la energía del universo primordial y las diferentes radiaciones de las estrellas están representadas en ese plumaje en donde los colores se presentan como un espectro, recordándonos que nuestra percepción del mundo es parcial y reducida a las longitudes de onda que podemos ver con nuestros ojos y recibir en el oído. 

 Finalmente, veo una misteriosa golondrina que trae un mensaje celestial en su pacífico estado de percha, testigo fiel de un episodio que marcó la humanidad brindándole la posibilidad de la salvación.

 ¿Qué fue de esa golondrina que una mañana fue testigo de la génesis de un mesías?, ¿Por qué Dios en su sabiduría insondable la eligió a ella? Me pregunto de qué materia habrán estado constituida sus alas; entreveo el color de su plumaje y percibo un leve movimiento en sus alas por el ligero aire de esa tarde.

Dime Golondrina que es lo que estás haciendo en esa pintura en una entrometida aparición que parece no tener relación alguna con el silencioso diálogo entre María y el Arcángel. ¿Eres una única golondrina o la representación de todos los hirundínidos del mundo? 

Eres la antecesora de las golondrinas que dejaron a una compañera abandonada —mientras emigraban a Egipto— para que cumpliera su misión de llevarle paz al Príncipe Feliz en la ensoñación de un singular y escandaloso escritor irlandés, muerto en la soledad de un hotel de la Rue de Beaux Arts en Paris.  O tal vez lleves en tu cuerpecillo los genes que se manifestaron en las oscuras golondrinas del adorado Gustavo Adolfo Domínguez Bastida que en un raptus de romanticismo se hizo llamar Becquer. 

Golondrina del fraile, dame tu paz. Tal vez la verdad de la Anunciación eras tú y Dios te puso allí para que dieras el verdadero mensaje a María usando como escusa al arcángel que era de una materia completamente invisible para la temerosa mujer. 

Los pájaros son por naturaleza heraldos de noticias y de historias. Francisco de Asís les habló y tú, fraile, los hiciste partícipes de la llegada de Dios al mundo en su forma terrenal. Ambos comparten esta hermosa relación con las alas y cantos que surgieron de la palabra de Dios el quinto día de la creación.

 Abre tus alas fraile pintor, vuela hacia el lugar de donde viniste con tus alas de arco iris y entra en comunión con esa golondrina que nos dejaste un día en percha sobre la Virgen María.

 Nacido como Guidolino di Pietro fuiste primero fraile dominico antes que pintor. Tu inclinación a representar escenas de la vida de Cristo y de los apóstoles te convirtió, tal vez sin saberlo, en un evangelizador a través de la pintura, un mérito que te valió el sobrenombre con que eres universalmente conocido, Fra Angélico.

 Bríndame tu redención, trae tu paz a mi vida y a los de mis semejantes y vive eternamente para dar alegría al mundo a través de tus obras.

Que así sea.

Florencio Cruz Nicolau
Paraná, Argentina, 19 de enero de 2024

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