La esfera de Trodant

De Florencio Nicolau

La esfera de Trodant

Especial para Eco Italiano

Llego a la ciudad en busca del labrador del vacío.

Atravieso en silencio la titánica barbacana que protege la entrada de Trodant. El día promete ser bello, soleado, sin embargo hay una oscuridad intrínseca a la ciudad, como si los ladrillos absorbieran la luz. Años y años de estar aislada del resto del mundo, la urbe con la elevada ciudadela se presenta al visitante como una entidad solitaria.

Los portentos y maravillas se suceden en las calles: mercados donde se venden frutos de colores extraños, adivinadores del futuro, consumidores de sustancias estimulantes. La ciudad es famosa por tener en algún lugar desconocido un recinto con caniles revestidos en oro.

Me habían dicho de un experto en contener la nada en un laboratorio alquímico oculto en las intrincadas calles de Trodant. El horror al vacío ha perseguido a la humanidad desde sus orígenes. Sin embargo, existen quienes lo adoran y conforman una cofradía secreta e iniciática. Desde los rincones de la tierra se reúnen en esta ciudad, una vez al año, los Aratores ex vacuum, los labradores del vacío. Tengo órdenes de desbaratar esta hermandad.

Me dirijo a la torre, una construcción cubierta por una hiedra, donde habita uno de ellos. He sido informado por alcahuetes y profesionales acerca del lugar de su mansión.

II

Miro extrañado el recinto oscuro con paredes de piedra de textura rústica. El labrador del vacío se muestra excitado, como si una energía extraña lo moviera a hablar y explicar sus desarrollos. No parece ser una persona malvada (como piensan quienes me comisionaran a investigarlo) pero, sin embargo, la angustia se deja traslucir en muchos de sus gestos y en su forma de mirar, por momentos vacía, por momentos luminosa. Son las mutaciones de carácter de las personas que no se sienten bien consigo mismas.

Al fondo del recinto hay una esfera de vidrio y metal montada sobre una base. En su interior hay una mujer insustancial e inexpresiva. La imagen me produce horror.

«Lo que estás viendo en este momento, buen hombre, es el producto de mi trabajo como labrador del vacío. Un día descubrí que si sacaba todo el aire albergado dentro de esta esfera, producto de arduos trabajos, iba a llegar a un contenido absolutamente desprovisto de materia. Ni una gota del microscópico aire que respiramos se encontraba dentro de esta esfera. Había llegado a uno de los descubrimientos más grandes de toda la humanidad. Sin embargo concebí el siguiente subterfugio. Mediante la aplicación de los instrumentos con que había sacado previamente el aire, continué trabajando, extrayendo vacío del vacío;¿qué podría pasar si seguía haciendo esto?».

«Durante noches y noches trabajé con ahínco buscando una forma de quitar todo el aire del interior de la esfera. Mis afanes no dieron frutos de inmediato y mi sufrimiento se convirtió en una pesada carga. Perdí peso, dejé de dormir, incluso comencé a beber».

«Con el tiempo y con el esfuerzo descubrí que se había empezado a formar en el centro de la esfera un ligero y pequeñísimo puntito azul. Veamos esto: cuando recorremos el mundo real el de todos los días con los árboles, los pájaros y las piedras de las calles tenemos la sensación de poder tocar este mundo; sentimos el frío de las piedras, el dolor de una herida, el agua de lluvia cayendo sobre nuestro cuerpo descubierto. Ese puntito azul era lo contrario,  lo no tangible».

«Esto que estaba viendo en el interior de la esfera era el mundo de lo que no se podía tocar y sin embargo tenía existencia. Imaginé toda una ciudad que nunca habíamos visto y que estaba hecha de esta no materia, insustancial e intangible. Sabía que había hecho algo extraordinario y ese punto de luz gradualmente fue cobrando la forma de una mujer, una personalidad ensimismada de ojos almendrados y siempre entrecerrados, sin que sonriera ni dijera nada. Simplemente se movía como un pez dentro de esa esfera, absorbiendo la energía y la poca alegría que había alrededor de ella».

« ¿Qué era lo que había hecho, de dónde provenía y qué tenía en su mente, si la tenía, este ser? El ser humano siempre ha tenido miedo al vacío; hablamos del horror vacui, esa necesidad que tieneel artista de llenar toda su obra con objetos concretos que estimulen nuestros sentidos.Esta creación que tenía prisionera en mi gabinete era la negación misma de todo lo que pudiéramos representar; ¿piensas en eso?».

«La sola existencia de ese ser o mejor dicho, su no existencia era perturbadora. Pasado el entusiasmo del primer momento de mi creación me di cuenta que este homúnculo gravitaba sobre mi y dependía de él absolutamente. Se volvieron más frecuentes las entradas a este laboratorio en donde la tenía aprisionada en la esfera de vidrio que limitaba su mundo. ¿Qué era lo que me estaba pasando?, ¿a qué poderes incógnitos y arcanos se debía mi dependencia al ser de vacío? Creo que nunca lo sabré y por eso comencé a arrepentirme del experimento que había hecho».

«Tuve una revelación cruda: esa mujer no era nada fuera de su prisión de vidrio y flejes. Pensé y reflexioné sobre la razón de mi presencia en este mundo. ¿Existiría acaso un versión de mi mismo hecho de nada? ¿Sería esa contrapartida lo que se llama el alma?, De ser así en este mundo, en alguna de las calles de Trodant estaría caminando una mujer sin alma, la legítima dueña de la que yo había encerrado en la esfera. El descubrimiento me dio nauseas. Lo que había hecho en mi afán de experimentar con la naturaleza era adueñarme del alma de una persona. Me sentí diabólico, abyecto. La vanidad confundió mis sentimientos y ahora estoy aquí encerrado con un ser eterno que no puedo liberar. Soy un prisionero de esta esfera».

«Sé que muchos escritores antiguos han hablado de gente que en épocas pasadas habían manejado la esencia de la materia y se habían entrometido dentro de los espacios vacíos que cohabitan en ella para hallar una forma muy extraña de poder. El trabajo con esto los había llevado a construir ciertos inventos que llevaron a la destrucción del mundo pretérito. Nuestra ciudad, Trodant que fue algún día, según las leyendas, la sede de una importante religión, había sucumbido bajo la experiencia hecha por estos sabios. Hoy día sólo quedaban algunos restos de edificaciones que parecían ser templos derruidos, calcinados por ese poder».

Me mira con un suspiro dramático y acerca las manos al vidrio como queriendo acariciar a la mujer en su interior.

«Soy un potencial asesino, por eso te han enviado a buscarme. Tienes la venia para golpearme y darme tormento. Te lo he contado todo sin necesidad de eso. Se digno de tu encomienda, libérame».

III

Comprendo que este hombre ha hecho algo que no puede controlar cabalmente. La desesperación que brinda la soledad acentúa su dolor y confusión. La mujer sigue flotando en el interior de su receptáculo mirando con ojos cansinos e indescifrables.

¿En qué lugar de este vasto mundo reside esa mujer que veo junto al alquimista? Una presencia cuya única realidad es estar ausente en ese lugar. 

Esa persona que está allí con ojos vacuos constituye toda la fuerza del cosmos. Todo lo que nos rodea más allá de estas tierras esta hecho por esa no materia. Pienso en el devenir del tiempo, en los cambios que surgirían en el futuro, si es que ese concepto puede existir. He oído de extraños lugares en donde sostienen la circularidad del tiempo y la destrucción como fuente de creación, una forma de hacer resurgir cosas nuevas a partir de lo viejo. ¿Sabes cuantas ciudades se han construido con los ladrillos de urbes antiguas, devastadas por la guerra y la ambición de mercaderes? Trodant misma está cimentada sobre los restos calcinados de lo que fue una gran ciudad y que alguna vez albergó el poder religioso de la mitad del mundo. El fuego se la llevó y dejó solo los restos sobre los cuales se edificó esta nueva ciudad, la de los caniles dorados. Este hombre ha comenzado un nuevo ciclo de la circularidad del tiempo. Es, a su manera, un nuevo apóstol de la destrucción y el desafuero. Y esa mujer es la destrucción misma, el inicio del caos.

Dirijo mi mirada al ser ominoso detrás del grueso vidrio y con disimulo tomo un martillo. Asesto el golpe sin hesitar en la cabeza del labrador del vacío. Luego sin respirar golpeo con todas mis fuerzas la esfera.

IV

La nube de ceniza radioactiva amortaja los caniles de Trodant.

Florencio Cruz Nicolau
Paraná, Argentina, 16 de junio de 2024

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